lunes, agosto 27

Plegaria Segunda














Quiero tatuarme un caracol
que viaje desde mis recuerdos
hasta el alma.

Quiero dibujar con tinta
sobre las olas del mar,
rezar siete veces
con el cuerpo inmerso
en un amanecer azul.
¿Qué es la vida?
¿Dónde la encuentro?
¿Cómo son sus colores?
¡Jekúa Babá!
¡Yemayá Ataramawa!
Dame un camino.
Quítame esta orfandad,
abrázame con tus mareas
susúrrame un destino con tu brisa del atardecer…

domingo, agosto 26

Confesiones













Y heme ahí
enunciando mis secretos
profanando con palabras el silencio
—mi silencio
Derrotada,
desposeída de toda armadura…
¿Qué resguardo queda entonces?
¿Qué tenías que hurgar entre mis sueños y verdades?
¿Qué si mi embriaguez te llena de sinceridades que son mías?
¿Cómo volver el tiempo y desandar mis confesiones?
¿Cómo?
Cada instante rehúsa una respuesta
y la calma ni siquiera da una tregua.
Si esta es una guerra me declaro derrotada,
sin posibilidad de pacto.
Conquistada.
Sometida de raíz
a la cercanía de tus labios,
porque derrumbaste uno a uno tantos argumentos.
Y justo ahora,
ya no tengo fuerzas…
no puedo tocar la retirada. 

martes, agosto 14

¿Cuándo aparecen los suspiros?
















No lo había pensado
pero cuando alguien se va,
cuando se marcha de pronto,
se queda todo igual;
como a la espera de un retorno inesperado
como si nada pasara
y cuando transcurre un poco de tiempo
la gente alrededor pregunta qué fue,
qué habrá pasado,
y especulan ante las respuestas mudas.
Las cosas permanecen ahí,
el café que lo espera,
la taza de expreso,
la pasta en el horno,
los libros en la repisa…
e incluso pareciera que no fue lo mejor,
que todo extraña esa risa de recuerdo,
esa jugueteo de los cuerpos.
Entonces los suspiros aparecen:
cuando los argumentos sobran,
cuando la razón estorba,
y en el fondo se sabe que un adiós era necesario.
[23:40, La casa]
















Que no se apaguen las luciérnagas, que no.
Que no se acabe el aroma de mis gardenias, que no.
Que no termine de amarte, que no.
Que no pase la vida sin volver a sentirte,
sin estrechar tu pecho,
tus cambios de piel,
de ideas,
de rumbos,
de postura.
Que pase la noche de tu ausencia.
Que sueñe contigo.
Que me sigas de vuelta.
Que seamos hogar.
Que no se acabe mi plegaria, que no.
Que la escuchen tu dios imaginario,
los ángeles y los arcángeles del reino de los cielos;
que la escuche Alá o Ra o Quetzalcóatl.
Que no te olvides de todo, que no.
Que me sueñes alguna noche para robarme un beso
y cada poro de mi cuerpo te respire.

[17:03, AML]

sábado, agosto 11

Suposición













Te supongo en esa esquina, esperando,
―esperándome―
Matas el tiempo con tu ipod,
caminas de un lado a otro de la acera.
Te sé,
―de memoria―
cada gesto;
noto cómo pasas de la desesperación al enojo…
Y estoy tarde, atorada en el tránsito,
separada de ti como por designios inexplicables
―señales, pienso­―
porque cada que te busco algo pasa
sin saber cómo, te me vas perdiendo entre la vida.

Allá,
tu rostro,
tus manos que fueron mías,
tu sexo que fue refugio muchas noches.

Acá,
mis recuerdos que dejan el corazón como Hiroshima
y yo,
incapaz de elegirte
de tomar una decisión y respirarte,
inmersa en el imaginario de tu rostro
y este llanto que me acompaña de vuelta a casa. 

lunes, agosto 6

Conjurar al oriente












A veces me despierto en las madrugadas
y me desnudo como un acto de rebeldía contra el frío.
Me tiendo en la sala y cierro los ojos;
siento el sereno,
que se cuela por los resquicios de las ventas e inunda toda la casa,
caer ligero sobre mi pubis;
todas las parvadas de tus aves-lengua se posan en mi ombligo
para contemplar el amanecer,
a revolotear entre el recuerdo y la piel.
El alfabeto de tus dedos dibuja todos mis nombres en la espalda
para conjurar al oriente entre tus brazos.
A esas alturas busco un retorno para echarte del ensueño
y seguir el idilio con el sereno,
pero es imposible
tu aroma lo tengo alojado en cada poro
y me he vuelto tuya tanto como eres mío justo ahora:
con el albor encima y tu aliento imaginario cerca de mi espalda.
[Agosto 6, 05:20]

viernes, agosto 3

Los cuervos no se peinan
















Él acaricio mi cabello
el poco que ahora tengo
Sonrió
quiso aplacar  mis mechones rebeldes,
desordenados.
Los cuervos no se peinan
—dije, devorando sus ojos con los míos—
Se tocan.
Se pierde el sentido entre sus plumas.
Se persiguen de noche
bajo las sábanas.
Se embriaga el alma con sus besos.
Se les canta en las madrugadas.
Los cuervos no se abandonan,
No se enjaulan;
se van cuando les plazca.
[agosto 3, 15:00]

Transgresora

by: Jackson Eaton













No soy una mujer arrojada,
si lo fuera
—seguramente—
no guardaría el secreto de tus ojos en mi desnudez
o de tu voz en mis madrugadas.
Si fuera cierta la leyenda urbana de mi locura crónica
y la falta de sutileza constante en mis palabras
quizá el mundo entero sabría mis ganas de tenerte.

Prefiero pensar que soy una mujer mesurada,
una que se conforma a ratos con lo que tiene de ti
con el silencio y tu lejanía,
antes que creerme transgresora
la que toma lo que quiere y cuando quiere,
aquella impertinente que goza de lo ajeno,
quien evita los remordimientos.
[agosto 2, 17:50]

miércoles, agosto 1














Quiero llorar el mar
la arena, su sal,
mi cuerpo tostado;
quiero llorar el aire,
las noches del Malecón,
la voz de mi gente
su risa franca,
la parafernalia del todojunto.
Quiero llorar tu cuerpo
derramar  lágrimas que no confieso:
eres detonador de mis pesares
amalgama de mis dichas;
te miro transparente y me asusto
te sé,
—siempre te he sabido—
perdido, arrogante, frío, ajeno
…escurridizo.
Y yo que soy huracán
no puedo hacer que mis vientos sean brisas,
tan sólo,
—quizá—
cambiar de puerto, despedirme.

[agosto 1°; 06:30]