miércoles, abril 17

Derechos inalienables de toda mujer, de todo hombre, de toda sombra










Yo que no soy nada sino sombra,
que deambulo por las calles asoleadas
y me pierdo en el totalitarismo de las noches,
manifiesto
aquí y ahora,
ante arañas y hombres
ante el pasado inquisitivo
ante todo
que tengo derechos
inseparables,
irrenunciables
irrevocables...
como el derecho a irme,
a borrar todo rastro de memoria y escaparme;
a dejar atrás la huella del llanto,
la  herrumbre del olvido.
Tengo también
el derecho a gritar,
de acabar mi voz entre sollozos
y purgarme
de todo maleficio del cuerpo
o quizá algún recuerdo amoratado de la infancia.
Derecho a cambiar de opinión;
a desamar,
a renunciar a la muerte
para acariciar la vida.

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