Nunca esperes,
ni debajo de un edificio
ni en las calles llenas de putas
ni el frío de las ausencias.
Nunca esperes mis manos
ni mis besos
ni mis pechos dispuestos a tus labios.
Tampoco esperes mi humedad empapando tus palmas
mis gemidos atestados de tu nombre no mencionado.
Nunca esperes que susurre en tu oído
que te piense en cada día,
en el río de la ciudad pasmada.
Nunca esperes
Nunca esperes
Nunca esperes
Nunca esperes
ni mi cuerpo desnudo haciéndose tuyo
en un danzar de ires y venires
Nunca esperes
que te mire fijamente
que con voz de mis pupilas
clame el goce de tu carne retozando en mis caderas
Nunca esperes…
¡Arrebata!
mis fuerzas
guía esta lengua por el contorno de tu espalda
por las madejas que tejen tu simiente
hasta la base de tu pene que se erige gallardo, fuerte,
clavado en mi garganta;
abre los mares, los montes, mis piernas
penetra mis secretos mis posturas sugeridas
enaltece la condición de estos pechos
tuyos,
míos,
nuestros
que amamantan nuestro encuentro,
frutas maduras, jugosas, explotando en tu saliva
nunca esperes: quita de mí
ojos, mundo, ropa…
arráncame prejuicios, sangre, muerte, vida
y déjame nacer de ti,
de tu costilla.
marzo 19
00:20 hrs
Nvo. León, D.F.