Trabajar
para ganarse la vida,
aquella que no se vive
por atender el trabajo
de 50 horas a la semana
[más trayectos maratónicos,
más pendiente de la casa].
50 horas a la semana
que son premiadas
con un par de días con sus noches
destinadas -forzosamente-
a fregar pisos,
a limpiar muebles
a lavar ropa, trastes
a hacer las compras
y prepararse para la semana que viene
a darle amor a medias a los niños
a volverse indiferente al sexo
por falta de fuerzas, de tiempo
a contemplar la realidad
-neurótica-
que deja la vida corporativa;
a desarrollar el temor
de envejecer
sin haber hecho más
que redactar oficios
revisar documentos
y desconocer el cielo
tras las paredes de una oficina.
Yo que soy una fulana
como tantas otras en este día,
para ganarse la vida,
aquella que no se vive
por atender el trabajo
de 50 horas a la semana
[más trayectos maratónicos,
más pendiente de la casa].
50 horas a la semana
que son premiadas
con un par de días con sus noches
destinadas -forzosamente-
a fregar pisos,
a limpiar muebles
a lavar ropa, trastes
a hacer las compras
y prepararse para la semana que viene
a darle amor a medias a los niños
a volverse indiferente al sexo
por falta de fuerzas, de tiempo
a contemplar la realidad
-neurótica-
que deja la vida corporativa;
a desarrollar el temor
de envejecer
sin haber hecho más
que redactar oficios
revisar documentos
y desconocer el cielo
tras las paredes de una oficina.
Yo que soy una fulana
como tantas otras en este día,
en este año,
en este momento histórico
de la mierda esa de la igualdad femenina,
de los engaños de género
que embaucan a millones:
suspiro
para conservar la paciencia,
para no perder el asidero de mis días
que son mis hijos.
en este momento histórico
de la mierda esa de la igualdad femenina,
de los engaños de género
que embaucan a millones:
suspiro
para conservar la paciencia,
para no perder el asidero de mis días
que son mis hijos.
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