Y ahora digo
lo que he manifestado antes,
lo que mi silencio no calla,
lo que mi distancia denuncia.
Y vuelvo… como cada mañana,
y arremeto contra el insomnio,
contra la desilusión y la
desgracia,
contra el engaño,
para escribir de madrugada,
mientras pienso:
que no hay injusticia que se
escape
[pero siempre escapan].
Que mañana será otro día
[y eso es siempre una amenaza].
Que no me doblarán
[y el espíritu ya se ha hecho
talla chica].
Que llegaré muy lejos
[pero el agotamiento me ha roto
el alma].
Guardo compostura para esperar mi
huida, para escuchar mi voz:
La realidad es una brújula
atorada en mi garganta.
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