Rezas. Cuando despiertas a media noche y no distingues si sólo alucinas o realmente ya estás despierto; cuando miras alrededor y la oscuridad no te deja distinguir las formas; cuando estás al borde del colapso nervioso y de pronto un gallo negro salta sobre tu pecho y te mira fijamente. Es entonces cuando inclinas la cabeza y le ruegas a Dios que exista, para que pueda salvarte.
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