Nos envistió la muerte.
Mientras nos sacudíamos el polvo, el humor.
Mientras quitamos las arrugas de la ropa para guardar compostura.
Sin sentirlo nos fuimos quedando mudos,
sumergidos entre semáforos y prisas
Nos morimos, sin saber siquiera
el instante en que dejamos escapar nuestros hálitos.
2 comentarios:
ojala nunca dejemos escapar nuestros halitos y que el mismo deseo de vivir nos ancle a la cordura y la individualidad.
un texto de realidad pura.
ojalá...
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