Sentada al filo de tus piernas,
en el límite de tus brazos,
devorándote lento,
haciéndote reo de la prisión que habitas en humedad
te tengo
me tienes
Sin decir mi nombre,
ni soltar gemidos
rozando mis labios de cuando en cuando
para no perder la continuidad de tu ser entre mis sábanas
y mi piel de súcubo derrotado
para no saberte mío, aunque lo seas…
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