miércoles, marzo 6

Crónica de un sueño interrumpido






















Y de pronto vi restos de mí por todas partes
esparcidos por toda la habitación.
Flotaban.
Ya no tenía frío.
Ya no tenía sed.
Ya no era yo
y mis recuerdos
no eran más
que pequeñas partículas de nada
embarradas en las cortinas,
entre los libros del estante.
El lugar se llenó de aromas:
Jazmín.
Jacaranda.
Y mis pechos
[que ya no eran pechos]
se erizaron.
Y el aliento
[que ya no existía]
formó un jadeo.
Entonces,
el miedo que todo lo impregna,
apareció.
Me trajo de vuelta con toda su furia...
de aliento a partícula
de partícula a recuerdo,
de recuerdo a memoria
de memoria a persona,
a persona con frío,
con sed.
De nuevo ahí: Yo
aterida en mi cama,
en la madrugada de invierno
con el fuerte anhelo de tener un refugio,
de volver a mi sueño de flores
y restaurar mi fe en los hechizos.


2 comentarios:

Kuvenn dijo...

Es como si estuvieras entre dormida y despierta. A veces la realidad se funde con el plano onírico y nos deja un vacío que no sabemos ni por qué existe.

Aída dijo...

La pregunta es ¿existe, en los sueños, ese vacío?