¿Qué pasó con nuestros sueños
con nuestro instinto de volar
de batir los brazos
para desaparecer en el firmamento?
No sé.
Ahora nos contemplo
estrellados en el fondo de un precipicio,
embrutecidos por el dolor y el llanto,
juntando, de uno a uno,
cada hueso, cada lágrima.
2 comentarios:
Mirar también hace daño.
Es difícil comentar tus poemas, Ylla, pero cuánto me gustan.
Gracias.
Abrazo.
Ío
Pero, Ío, ¿qué cosa no hace daño en estos tiempos?
Gracias a ti por tu lectura y comentarios. Abrazos fuertes.
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