escribir
versos para alguien que no sabe leer
o
quizá sólo palabras amontonadas en cualquier lado
dejar
la piel de un mudo en las córneas del pasado
o en
los epitafios del futuro
caminar
por La Habana pensando en su sexo
y la
distancia hasta su ombligo
abrazar
con silencios cubiertos de plumas de aves
coloreadas
en una cartografía circular
que
perturba con su aroma
quererlo
diario sin decirle nunca
[La casa, abril 26, 02:00]
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