Comienzo a creer que el destino sí existe,
que no es otra cosa que la repetición infinita
de aquello que duele.
Y si existe…
¿Por qué cuesta tanto resignarse?
Destino-marea,
que regresa a mi playa
después de 7 años de calma
y retorna cíclicamente
para dejar manifiesto
mi papel en el mundo:
un poco menos que nada,
un juego fortuito,
el azar condenado.
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