viernes, noviembre 24

Cuerpos en red VIII

Mi querido Mr. Hyde:
Esta que soy, es otra.
Y esa otra se desdobla,
se escapa de lo mundano
para habitar su propio llanto”.
[Aída Chacón].



La que suscribe, querido lector, tiene una terrible confesión que hacerle. Yo no soy yo. De hecho, creo que jamás lo he sido. Yo siempre resulto ser otra y esa otra siempre cambia. Quizá, querido Mr. Hyde (que no es más que otra forma de llamar a mi alteridad), yo ni siquiera tenga idea de quién soy; y mucho menos qué hago aquí, en una virtualidad que no entiendo y a la que no pertenezco. ¿De dónde es que vengo?, ¿tal vez del mar? Sin embargo, tengo la sensación de que nada de eso importa. El mundo se saldrá con la suya y no tendrá el incómodo rol de testigo de mi llanto. 

Sí, también soy otra. El Facebook no lo sabe, él tan sólo cree que soy “Fulana de tal, mujer de treinta y tantos”. Ignora la descripción que el médico elige para mí y que, desde hace meses, resuena en mi cabeza: “depresiva, medicada, dosis alta por favor enfermera, con llanto perpetuo e incómodo, a veces sorprendente; de voz quebrada, entrecortada también por su llanto, con un nudo en la garganta las 24 horas”. 

Así que, querido Mr. Hyde, escribo para decirle que usted se encuentra a salvo de la humillación pública de saberse por todos furiosamente deprimido, protagonista de un furioso llanto perpetuo, con un fúrico nudo en la garganta que contiene siempre un grito que habita en el estómago.

Yo sé, querido Mr. Hyde, que usted debe atravesar la ciudad entera con el rictus de la seriedad (su furiosidad no le permite una gran variedad de máscaras), cuando lo único que quiere hacer es gritar en medio del camino, de la multitud, durante el almuerzo, en la cama, cuando se ducha, cuando se alcanza a mirar en algún reflejo; pero aún con todo eso, puede sentirse protegido. Yo, Mr. Hyde, lo estoy protegiendo.

La medicina es lenta, tal vez usted quede apaciguado en un tiempo, después de meses de tratamiento. No crea que lo olvido, nunca lo olvido. Yo lo estoy protegiendo; pero sé, tengo esa certeza, que lo volveré a ver; no importa cuanta normalidad me exiga el Facebook lleno de caras felices y frases de motivación, usted siempre será parte de mí; aunque no tenga claro quién soy.



Con un furioso afecto envuelto en llanto, yo, que soy también esa otra y usted y todos.



1 comentario:

Eras López dijo...

La metáfora es precisa, pero me llena mucho más el corazón leer las otras que aparecen. Todos somos otros, y el mismo. Me hace sentir hasta la lágrima el llorar de Hyde.