Y
heme ahí
enunciando
mis secretos
profanando
con palabras el silencio
—mi silencio—
Derrotada,
desposeída
de toda armadura…
¿Qué
resguardo queda entonces?
¿Qué
tenías que hurgar entre mis sueños y verdades?
¿Qué
si mi embriaguez te llena de sinceridades que son mías?
¿Cómo
volver el tiempo y desandar mis confesiones?
¿Cómo?
Cada
instante rehúsa una respuesta
y la
calma ni siquiera da una tregua.
Si
esta es una guerra me declaro derrotada,
sin
posibilidad de pacto.
Conquistada.
Sometida
de raíz
a la
cercanía de tus labios,
porque
derrumbaste uno a uno tantos argumentos.
Y
justo ahora,
ya no
tengo fuerzas…
no
puedo tocar la retirada.
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