lunes, agosto 6

Conjurar al oriente












A veces me despierto en las madrugadas
y me desnudo como un acto de rebeldía contra el frío.
Me tiendo en la sala y cierro los ojos;
siento el sereno,
que se cuela por los resquicios de las ventas e inunda toda la casa,
caer ligero sobre mi pubis;
todas las parvadas de tus aves-lengua se posan en mi ombligo
para contemplar el amanecer,
a revolotear entre el recuerdo y la piel.
El alfabeto de tus dedos dibuja todos mis nombres en la espalda
para conjurar al oriente entre tus brazos.
A esas alturas busco un retorno para echarte del ensueño
y seguir el idilio con el sereno,
pero es imposible
tu aroma lo tengo alojado en cada poro
y me he vuelto tuya tanto como eres mío justo ahora:
con el albor encima y tu aliento imaginario cerca de mi espalda.
[Agosto 6, 05:20]

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