El
lenguaje se ha roto en un sinsentido de oraciones,
de frases
hechas y lugares comunes.
Sus trozos
se observan en unas cuantas palabras:
Penumbra.
Llamas.
Incendios.
Tempestad.
Silencios.
Ya
algunos vocablos se arrastran moribundos;
buscan salvación, se aferran unos a otros,
entre los escombros se leen
sandilón,
memorívaro,
tortúpido,
homobiliario…
Buscaré
una trinchera entre sus restos,
esperaré
hasta que se disipe el polvo del derrumbe,
porque tengo miedo.
El
lenguaje se ha mudado a un hoyo negro
se ha vuelto un no-vivo.
Si muere aquello que nos nombra
¿cómo habremos de seguir en la existencia?
No hay comentarios:
Publicar un comentario