lunes, diciembre 3

Transgresiones (segunda parte)
















II
¿Cómo calmar el aroma de tu sexo que perdura en mi piel?
¿Hasta cuándo, Ulises, dejaré de ser Penélope?
Hasta cuándo entenderé que nuestra Ítaca se hizo Atlántida: se ahogó.


III
Mi sexo es un remolino que levanta todo rastro de virilidad a su paso.
Mis manos son asidero de tus muslos, plegaria gozosa de medianoche.
Mis labios son el camino de tus pequeñas muertes.
Mi voz no es más que un gemino de nuestros cuerpos.
Pero mi alma,
mi alma es el sendero de tus pasos,
aunque no lo tengas claro.
Has de viajar
aún después de esta vida
para regresar a mis montes,
para labrar estos llanos
y cosechar mis alientos.



IV
El orgasmo primigenio fue responsable de la creación del universo.
Lo sé, aunque no lo digan los libros,
aunque se resista la gente.
Si la historia se  escribe de reversa,
bien podría reinventarla,
adorar a los muertos
y no a los hombres con barbas.
Creer en las cabras,
y no en los seres alados.
Podría, quizá,
armar las tablas de la vida con fragmentos de poesía
para que nuestros mandamientos se leyeran así:
1.       Amarás la vida como si fuese viernes.
2.      Harás el amor con el silencio.
3.      Morirás cuando decline el día.
4.      No hablarás con tu voz, sino con tus voces.
5.      Escribirás sin para qué y sin para quién.
6.      Comprobarás que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo.
7.      Honorarás al poseedor de tu sombra.
8.     Mostrarás a los hombres las imágenes desligadas de la apariencia.
9.      Sacarás el antiguo sueño de la caja, como sacas el sombrero.
10.  Serás un destino.*
Podría contar la historia a mi manera
y volver a tiempo a casa para tomar una ducha,
alimentar a los peces
y soñar.
Podría reescribir el tiempo
para que las horas no estuvieran hechas de minutos,
sino de años luz.

*Textos de Alejandra Pizarnik, André Bretón, Paul Éluard
Tistan Tzara y Manuel Gutiérrez Nájera.

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