Descifrar
el sentido de las palabras.
Acentuarlas.
Descubrir
las evidencias.
Notar
las distinciones.
Despedirse.
Desechar
los afectos como si fuesen cartones viejos.
Olvidarse.
Quedar
en soledad abrazando la razón que se defiende a capa y espada.
Pretender
inocencia, errores de interpretación.
Rendirse.
Llorar
de vuelta y cada día
─sin poder evitarlo─
frente
al espejo,
en
el transporte,
en
la oficina,
ante
propios y ajenos.
Acabar
el llanto
─intermitente─,
y
esperar
─con paciencia─,
que
en algún momento se acabe el amor.
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