martes, octubre 30

Difunto (parte 4)
















XXXI

Se me muere la piel
se cae, renace, Difunto,
sin conocer tu tacto,
tu aroma.
Ahora debo llorar tu ausencia
y todas esas muertes
que no te tocan, que no te sudan.
¿Será, Difunto, que acabe
pronto de extrañarte?

XXXII

Estoy harta, Difunto,
de esta manera, ridícula,
que tengo de extrañarte,
de mis cursilerías al pensarte,
quiero por un día no escribir de ti,
ni pensar en el hubiera;
regresar a casa,
leer mis libros,
arroparme en las cobijas
y todo, sin evocar ni un poco
tu presencia en cada cosa…
pero no puedo,
tanta azúcar en mi despensa
grita que te espero,
más allá de cualquier acto volitivo.

No hay comentarios: