Una vez
un hombre me leyó poemas de amor
―me llevo a la playa—
y me besó bajo la lluvia tibia del puerto;
alguna
vez creí en utopías
y le
tomé de la mano
y lo abracé con mis noches,
con mis dudas y miedos,
con mis complejos de mujer de 30
con las estrías,
y todos mis abandonos,
con las arrugas que no comprendía,
—porque a los 25 no se sabe nada
de esas cosas―.
Pero mis
brazos no fueron suficientes,
ni mi voz que decía verdades,
ni el cuerpo que hablaba de amores..
un día conocí a un hombre
que nunca dejó sus apegos de la infancia.
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