jueves, octubre 18
















Traigo un “te amo” atorado en la garganta.
Se ensancha y erosiona mi voz en demasía.

Tengo unos “te extraño” derramándose
por mis ojos, llegando al surco de mis pechos;
me quedo con un silencio que me aplasta,
y entonces,
al final de todo el día,
mientras me vuelvo a casa,
me confieso: no quiero olvidarte todavía.

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