Requiero
sudar tu ausencia
apagar
mi llanto contenido
—convertido
en padecimientos febriles—,
pero
mi fe conversa a veces no alcanza,
ni
la música,
ni
respirar profundo,
ni
las plegarias.
En
esos casos
escribo cartas que no te he de enviar,
y leo textos que jamás
compartiré contigo:
tejo la historia de lo que no
fuimos y nunca seremos…
─como
para jugar con el tiempo
y
olvidarte mientras me acuerdo de tus labios─.
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