Miedo:
eso
que cuela por los resquicios de mi silencio.
Incertidumbre,
reflejos de aquello que olvidé mientras te tuve;
pero las ausencias trastocan los sentidos
nos hacen volver al punto inicial,
a ese temblor dubitativo que causan los males
la enfermedad, la posibilidad de morir lentamente.
¿Qué
será de todo aquello que conozco?
¿Qué
de mis hijos y los hijos de mis hijos?
¿Dónde
queda la conciencia cuando la vida se escapa?
Y me
noto actuando en automático,
como para dejar listo todo lo que hace la gente:
-lo que debo hacer ya que soy adulta-
contratar un seguro
tener un auto
encender una vela rosa
alguna verde
perpetuar con ellas mis veladas
siempre en el recuerdo de alguien más
porque yo olvido pronto
sonreír de vez en cuando
no llorar
no decir nada
-aun aquello que me dobla las rodillas-
¿Será que la vida nos
regala algunas treguas?
¿Quizá por eso nada subsiste?
¿Tal vez por eso la orfandad que me acompaña?
Si pudiera, seguramente, te contaría de mis temores
dejaría de hacerme la fuerte
buscaría el refugio que tanta falta me hace.
-pienso-
pero el tiempo nunca marcha de reversa,
si acaso, nos regala dejavús.
[junio 2, 07:30]
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