Pepe
Caramelo despierta con una duda existencial: “¿Quién soy?”. Se pregunta con
frecuencia “¿de dónde salí?”, una cuestión que quiere resolver. Se mira las
manos, se cuenta los lunares frente al espejo. No reconoce su especie. Llega a
la conclusión de que es extraterrestre. Sale a la calle convencido de su origen
intergaláctico y pide un latte en la
cafetería de la esquina. “Para comerme un poco de vía láctea”, se dice en cada
sorbo.
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