Esta
playa está llena de chilangos
de mujeres desnalgadas, saturadas de pudor
de vergüenza de sus carnes;
y yo queriendo mostrar mis cicatrices,
el camino de mis serpientes
la elocuencia de mis parvadas.
Esta
playa está llena de chilangos,
―le dije a un tipo que estaba sentado junto a mí―
y me
miró asustando,
como
queriendo disculpar ese pecado.
Yo tomé mi jarochez, mis malas palabras, mi vestido floreado
y me fui contoneando hasta las lanchas
para jugar con los pescadores,
para charlar con las jaibas
y robarle su hogar a los cangrejos.
[Veracruz, Puerto; julio
26, 14:45]
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