Me vi
en el Puerto
caminando
de noche por el Malecón,
saboreando la sal que llegaba con el viento
con un vestido blanco y largo que ondeaba mis
pasos.
Me vi
allá
respirando mi mar,
mi playa,
los recuerdos de la infancia.
Quería
extrañarlos a todos menos a mí
y cuando quise pensarlos
―a todos mis Belcebús
emancipados―
ningún rostro me vino a la mente
tan sólo el mío embelesado en la noche.
Y me extrañé sin demora:
inocente de todo, como en la infancia,
libre como en la ciudad.
[Veracruz, Puerto; julio 26, 00:44]
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